Low Wage Capitalism

"We need to get this book into the hands of every worker. It clearly explains the capitalist economic threat to our jobs, our pensions and our homes. But, even more importantly, it shows us how we can fight back and win!"

- David Sole, President UAW Local 2334, Detroit, Michigan

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Oct 26, 2008

El capitalismo no puede colmar las necesidades humanas

Por Fred Goldstein

Tres cuartos de millón de trabajador@s ya han sido despedid@s este año, incrementando la cifra oficial de desempleo a más de 9 millones. Billones (millones de millones) de dolares en fondos de retiro han desaparecido en la bolsa de valores en los últimos meses. Más de 10.000 hogares están siendo embargados al día y los desahucios no cesan. El dinero para préstamos estudiantiles se ha agotado. La deuda de tarjetas de crédito está a un nivel sin precedente. El desempleo está subiendo al igual que los precios de los alimentos, las utilidades (gas, electricidad, agua) y la gasolina. La producción y las ventas disminuyen incesantemente. El pronóstico es que las cosas van a empeorar muchísimo más.

Todos los oficiales financieros más poderosos y l@s líderes políticos de los países capitalistas más ricos del mundo han tratado de detener el devastador avance de esta tormenta económica. Han fracasado. La crisis se siente como una fuerza de la naturaleza. Barre billones de dólares en rescate para los bancos y sigue hacia adelante. Se lleva todo lo que encuentra en su camino—hogares, empleos y la vida de l@s trabajador@s.

Pero esta crisis no es una fuerza de la naturaleza. Es la fuerza del sistema capitalista en crisis.

Esta crisis comenzó cuando la burbuja de las viviendas explotó. Los bancos capitalistas prestaban dinero a los promotores inmobiliarios que buscaban obtener ganancias construyendo casas. Los mismos bancos le prestaban dinero a las compañías hipotecarias para que estas hicieran todos los préstamos posibles. La meta era la de aumentar las ganancias.

De pronto había más casas que las que l@s trabajador@s y la clase media podían comprar. El precio de las viviendas bajó. Las hipotecas no podían ser refinanciadas. L@s trabajador@s no podían pagar los agudos incrementos en intereses de los préstamos. Los bancos dejaron de dar préstamos. Millones de viviendas fueron embargadas.

En otras palabras, ¡la gente se quedó sin hogar porque había demasiadas casas! No que demasiadas casas fueran necesitadas o que ya estuvieran construidas, sino muchas casas que pudieran ser vendidas obteniendo ganancias.

Además, l@s trabajador@s que construyen estas casas y tod@s l@s trabajador@s que fabrican las cosas necesarias para éstas, están perdiendo sus empleos porque estas casas ya no se pueden vender por lucro.

Esta es la esencia de todas las crisis capitalistas que han ocurrido desde la primera crisis en 1825. Es la crisis de sobreproducción.

El desastre financiero global fue iniciado por las malas deudas hipotecarias vendidas por todo el mundo. Pero lo que las convirtió en malas deudas, en un análisis final, fue la sobreproducción de viviendas.

Ahora la crisis de sobreproducción está afectando a la industria automovilística. De la industria inmobiliaria y la automovilística se está extendiendo a toda la economía. Los mercados de valores se están desplomando debido a que los rescates financieros, los billones de dólares inyectados a los bancos, no pueden detener la crisis económica capitalista.

Capitalismo refuerza explotación y desigualdad

¿Por qué esto es inevitable? Bajo el sistema capitalista todos los medios globales de producción son propiedad privada de un grupo minúsculo de millonarios y multimillonarios. Las metas de producción son establecidas en secreto dentro de cada imperio corporativo por los ejecutivos que son los agentes de las corporaciones. La meta es la de amasar el máximo de ganancias. Pero ninguna compañía sabe cuánto se puede vender obteniendo ganancias.

A nivel corporativo la producción está planificada. A nivel de la sociedad, la producción está socializada globalmente pero sin ninguna planificación. Esto se llama la anarquía en la producción. Esto es lo que inevitablemente conduce a la sobreproducción.

La crisis es también inevitable bajo el capitalismo porque l@s trabajador@s son una clase explotada. Mientras más bajos sus salarios, más grandes son las ganancias de los patronos. Las ganancias consisten del trabajo no remunerado. Los patronos toman los productos, los servicios y la infraestructura creada por l@s trabajador@s, los venden en el mercado, pagan a l@s trabajador@s lo más poco posible y se quedan con el resto. Tod@s l@s capitalistas intentan bajar los salarios para obtener más ganancias.

La acción colectiva de la clase capitalista, ayudada por el estado, ha forzado la disminución de los salarios y las condiciones de vida de la clase trabajadora multinacional de los EEUU durante los últimos 30 años. Bajo el sistema de explotación capitalista las riquezas fluyen hacia la cumbre, y el nivel de desigualdad es obsceno.

El uno por ciento de la población de los EEUU, los súper ricos que tienen todas las llaves del poder en la sociedad, era dueño del 34,3 por ciento de las riquezas en el 2004. El 90 por ciento más pobre era dueño de un 28,7 por ciento. Las 400 personas más ricas eran propietarias de $1260 mil millones en 2006, más que los $470 mil millones en 1995.

El racismo y la opresión nacional juegan un papel importante en la distribución de las riquezas bajo el sistema capitalista. Comenzando con que los pueblos africano-americano, latino, asiático, e indígena poseían menos, ahora sufrirán más los golpes de esta crisis. Por ejemplo, la riqueza promedio (el ingreso, los ahorros y otros bienes) de los hogares según la raza en 2004 era de $140.700 para los blancos, $20.600 para los africano-americanos, y $18.600 para los latinos. Esto significa que durante la crisis económica actual, los pueblos oprimidos no tienen casi nada para amortiguar el impacto de los bajos salarios, los despidos y los desahucios.

La opresión y la discriminación económica bajo el capitalismo también afectan a las mujeres y a la gente lesbiana, gay, bisexual y transgénera. Al igual que con el racismo, los patronos utilizan el sexo y el prejuicio de género como herramienta para dividir y vencer. La creciente caza de brujas contra l@s trabajador@s indocumentad@s tiene la misma meta venenosa de dividir a l@s trabajador@s. ¿De qué otra forma puede el uno por ciento de la población dominar a l@s trabajador@s y oprimid@s fuera de sembrar división y desunión?

La unidad de clase es la pesadilla de la clase dominante. Mientras la crisis actual devora sectores más amplios de l@s trabajador@s, el potencial de alcanzar esa unidad se vuelve más fuerte.

La sed de ganancias y de explotación nacionalmente es la misma que impulsa la guerra, la ocupación y las intervenciones en el exterior. Billones de dólares han sido repartidos a las Fuerzas Armadas para proteger los intereses corporativos en el Medio Oriente, Asia, África, y Latinoamérica. El Pentágono no es nada más que el guardián del capitalismo de los EEUU alrededor del mundo –desde el Golfo Pérsico hasta África del Sur, el Pacifico y el Caribe. Y mientras el capitalismo se expande lleva en su estela la destrucción ambiental.

Cada día se ve más claro que el capitalismo como sistema económico tiene que terminar. Un sistema en el cual hay gente sin vivienda porque hay demasiadas casas, tiene que terminar. Un sistema en el que l@s trabajador@s pierden su empleo y se hunden en la pobreza porque han producido demasiada riqueza, es un sistema que debe ser destruido. Un sistema que no puede proveer ni empleo ni educación sino encarcelación a 2.4 millones de personas, la mayoría de ellas afro-americanas y latinas, es un sistema fracasado y no merece seguir un día más.

Si Cuba lo puede hacer, ¿por qué no los Estados Unidos?

Este sistema debe ser remplazado por un sistema en el cual la producción exista para cumplir con las necesidades humanas, no para obtener ganancias. La clase que produce la riqueza, la clase trabajadora multinacional, debe ser la dueña y distribuidora de esa riqueza.

Billones de dólares están siendo utilizados para rescatar los bancos y financiar al Pentágono bajo el capitalismo. Bajo el socialismo, ese dinero garantizaría que cada persona tuviera empleo e ingresos adecuados, cuidado de salud gratis, vivienda a bajo costo, educación gratis, alimentos saludables a costo razonable, y mucho más. El bienestar de la clase trabajadora multinacional sería el objetivo de la sociedad, en vez de su explotación como es bajo el capitalismo.

Si eso suena utópico, el hecho es que Cuba socialista, aunque pobre, con todas sus dificultades, ha hecho mucho por establecer estos derechos para el pueblo cubano. ¿Cómo es posible que un país que quedó empobrecido por siglos de colonialismo español y luego estadounidense, y que ha vivido 50 años bajo un bloqueo de los EEUU, pueda garantizar más derechos económicos a su pueblo que el imperialismo estadounidense con su economía de $11 billones?

¿Por qué es que el pueblo cubano tiene una expectativa de vida más larga y una tasa de mortalidad infantil más baja que le gente oprimida que vive en Harlem, en el South Side de Chicago, en Los Ángeles o en los barrios pobres de este país? La respuesta es que Cuba abolió el capitalismo, destruyó el estado capitalista en una lucha revolucionaria y tomó el camino hacia el socialismo.

La actual crisis económica está trayendo un aumento en el sufrimiento de l@s trabajador@s estadounidenses y está esparciéndose por todo el mundo capitalista. Muestra claramente la necesidad de una lucha militante por la clase trabajadora.

La clase dominante quiere poner la crisis de su sistema en las espaldas de l@s trabajador@s y oprimid@s. Pero el objetivo fundamental de la clase trabajadora debe ser hacer de su lucha una lucha para abolir la pertenencia privada capitalista de la tremenda riqueza que l@s trabajador@s han creado.

El fin de la apropiación privada de los modos de producción equivaldría a un enorme incremento en la propiedad personal y social de l@s trabajador@s. Actualmente la propiedad privada está estrangulando a la humanidad y destruyendo el planeta.

El objetivo final debe ser el de eliminar las crisis económicas, la explotación, la opresión y las guerras de una vez por todas. Y la única forma de hacer esto es establecer una sociedad socialista aquí y en todo el mundo, libre de patronos codiciosos y de desigualdad.


(Copyright 2008, Workers World. Todos los derechos reservados. Permiso para reimprimir artículos dado si se cita la fuente. Para más información escriba a: Mundo Obrero/Workers World, 55 W. 17 St., NY, NY 10011; por e-mail: ww@workers.org. WWW: http://www.workers.org)

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Socialism is the answer to Why capitalism can’t meet human needs

Published Oct 26, 2008 10:10 PM

Three-quarters of a million workers have already been laid off this year, bringing the official total of unemployed to over 9 million. Trillions of dollars in retirement funds have been wiped out in the stock market in the last few months. Over 10,000 households a day are being foreclosed, and evictions are rampant. Money for student loans has dried up. Credit card debt is at a record high. Unemployment is rising along with food, utility and gas prices. Production and sales are falling relentlessly. The forecast is for things to get worse—a lot worse.

All the most powerful financial officials and political leaders of the richest capitalist countries in the world have tried to stop the devastating advance of this economic storm. They have failed. The crisis feels like a force of nature. It brushes aside trillions of dollars in bailouts for the banks and keeps going. It is taking down everything in its path–homes, jobs and workers’ lives.

But this crisis is not a force of nature. It is the force of the capitalist system in crisis.

This crisis began when the housing bubble burst. Capitalist banks were lending money to profit-seeking real estate developers to build houses. The same banks were lending money to mortgage companies to make as many loans as they could. The goal was to boost profits.

Soon there were more houses than the workers and the middle class could buy. The prices of homes fell. Mortgages could not be refinanced. Workers could not pay the steep increases in interest rates built into their loans. Banks stopped lending. Millions of households went into foreclosure.

Put simply, people became homeless because there were too many houses! Not too many houses that were needed or already here, but too many houses that can be sold at a profit. Furthermore, the workers who build homes and all the workers who make the things that go into homes are losing their jobs because these homes can no longer be sold at a profit.

That is the essence of all the capitalist crises that have occurred since the first crisis in 1825. It is the crisis of overproduction.

The global financial meltdown was triggered by the bad mortgage debts sold around the world. But what turned those debts into bad debts, in the final analysis, was the overproduction of housing.

Now the crisis of overproduction is sweeping the auto industry. From the auto industry and the housing industry it is spreading throughout the economy. The stock markets are plummeting because the financial bailouts, the pumping of trillions of dollars into the banks, cannot stop the capitalist economic crisis.

Capitalism reinforces exploitation, inequality

Why is this inevitable? Under the capitalist system there is private ownership of the entire global means of production by a tiny group of millionaires and billionaires. Production goals are set inside each corporate empire in secret by the executives, who are their corporate agents. The goal is to amass maximum profits. But no company knows how much can really be sold at a profit.

On a corporate level production, is planned. On a society-wide level, production is socialized globally but completely unplanned. This is called the anarchy of production. This is what inevitably leads to overproduction.

The crisis is also inevitable under capitalism because the workers are an exploited class. The lower their wages are, the higher the bosses’ profits. Profits consist of unpaid labor. The bosses take the products, services and infrastructure created by the workers, sell them on the market, pay the workers as little as possible and keep the rest. Every capitalist tries to lower wages to gain higher profits.

The collective action of the capitalist class, aided by the state, has driven down the wages and living standards of the multinational working class in the last thirty years. Under the system of capitalist exploitation wealth flows to the top, and the level of inequality is obscene.

The top 1 percent of the U.S. population, the super-rich who have all the levers of power in society, owned 34.3 percent of the wealth in 2004. The bottom 90 percent owned 28.7 percent. The top 400 individuals owned $1.26 trillion in 2006, up from $470 billion in 1995.

Racism and national oppression play a major role in the distribution of wealth under capitalism. The African-American, Latin@, Asian and Native peoples had the least to begin with and will suffer the most under the blows of this crisis. For example, the median wealth (that is, savings and other assets) of households by race in 2004 was $140,700 for whites, $20,600 for African Americans and $18,600 for Latin@s. (See graphs.) This means that in this developing capitalist economic crisis the oppressed have almost nothing to fall back on to cushion the low wages, the layoffs and the foreclosures.

Oppression and economic discrimination also fall on women and lesbian, gay, bi and trans people under capitalism. Like racism, the bosses use sex and gender bias as a way to divide and conquer. The growing witch-hunt against undocumented workers has the same poisonous, divisive goal. How else could 1 percent of the population dominate the workers and oppressed other than by sowing division and disunity?

Class unity is the nightmare of the ruling class. As the present crisis engulfs wider and wider sections of the workers, the potential for bringing about that unity is growing stronger.

The drive for profit and exploitation here at home is the same drive behind war, occupation and intervention abroad. Trillions of dollars have been given to the military to protect corporate interests in the Middle East, Asia, Africa and Latin America. The Pentagon is nothing more than an enforcer for U.S. capitalism around the world–from the Persian Gulf to Southern Africa to the Pacific and the Caribbean. And as capitalism expands, it brings environmental destruction in its wake.

It is becoming clearer every day that capitalism as a system has got to go. A system in which people are homeless because there are too many homes must go. A system in which workers are losing their jobs and being plunged into poverty because they have produced too much wealth is a system that must be destroyed. A system which cannot provide jobs and education but imprisons 2.4 million people, the majority of them Black and Latin@, is bankrupt and does not deserve to continue another day.

If Cuba can do it, why not the U.S.

It must be replaced by a system where production takes place for human need, not for profit. The class that produces the wealth, the multinational working class, should own and distribute that wealth.

Trillions of dollars are now being used to bail out the banks and fund the Pentagon under capitalism. Under socialism, that money would guarantee that everyone would have a decent job and income, free health care, affordable housing, free education, low-cost transportation, healthy, reasonably priced food and much more. The well-being of the multinational working class would be the goal of society, not their exploitation as it is under capitalism.

If this sounds utopian, the fact is that socialist Cuba, poor as it is, with all its difficulties, has gone a long distance toward establishing these rights for the Cuban people. How is it possible that a country that was impoverished by centuries of Spanish and then U.S. colonial rule and that has lived for 50 years under a U.S. blockade, could guarantee more economic rights to its people than U.S. imperialism with its $11 trillion economy?

Why is it that the Cuban people have a longer life expectancy and lower infant mortality rate than oppressed people living in Harlem, Chicago’s South Side, Los Angeles or the barrios of this country? The answer is that Cuba abolished capitalism, destroyed the capitalist state in a revolutionary struggle and took the road toward socialism.

The present economic crisis is bringing increased suffering to the workers in the U.S. and is spreading around the capitalist world. It demonstrates clearly the need for a mobilized, militant, mass working-class fightback.

The bosses want to push the crisis of their system onto the backs of the workers and the oppressed. But the ultimate goal of the working class must be to turn their fight into a struggle to abolish capitalist private ownership of the tremendous wealth that the workers have created.

The end of private ownership of the means of production would mean a vast increase in the personal property and social property of the workers. Right now, private ownership is strangling humanity and destroying the planet.

The final goal must be to eliminate economic crises, exploitation, oppression and war once and for all. The only way to do that is to establish a socialist society—free from greedy bosses and inequality—here and worldwide.


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